Motociclismo

El “Pingüino” que volaba

Jorge Busso, fue durante mucho tiempo, un gran referente del motociclismo de nuestra ciudad. Disputó más de 700 carreras y soportó 13 quebraduras por distintos accidentes, pero jamás dejó de lado su pasión por la velocidad.


Nacido en San Francisco el 3 de septiembre de 1951, Busso comenzó a competir en unos “autitos” muy especiales, algo similar a lo que es el karting, llamados “baby car”.

“Un día mi papá me preguntó si quería correr en auto y enseguida le dije que sí. En ese momento tenía unos ocho años. Esos autos usaban motores Sachs, inclusive el mío estaba armado por Oreste Berta, que vivía acá en esos tiempos, sobre calle Iturraspe”, rememora Jorge en una nota realizada años atrás en DIARIOSPORTS.

Jorge sobre el Baby Car cuando comenzaba en el deporte motor

“Comencé con la escudería de Mario Grasso y estuve unos años en esa categoría, ganando muchas carreras, hasta que cuando cumplí los 15 ya armé una moto de carrera, pero sin la autorización de mi papá no podía ir a correr, así que tuve que esperar hasta cumplir los 18”.


Respecto a la que en definitiva sería su primera carrera en el motociclismo, comenta: “Debuté en el Club 9 de Julio de Rafaela, con los grandes pilotos de ese tiempo, como René Heidegger, el Negro Bustos y Norberto Gatti, todos unos monstruos. Tuve la suerte de llegar cuarto, porque se cayeron unos cuantos, así que en mi primera carrera logré mi primer trofeo. Corrí todo el año, allá por 1969 aproximadamente, en la provincia de Santa Fe y al final de esa temporada mi moto fue la mejor Puma clasificada, porque ya se corría con Zanella en ese entonces, que era superior”.

Un loco y un pingüino

La relación entre Omar “El Loco” Aimar y Jorge “Pingüino” Busso, los llevó a ganar varios campeonatos zonales en una época gloriosa, previa al nacimiento del Certamen Argentino de Motociclismo (CAM).

“En aquellos momentos de mis inicios, la moto me la armaban Oscar Mansuino y Omar Aimar. Poco tiempo después empecé a correr con los motores del Loco. El chasis era mío y los motores de él. Corrimos prácticamente trescientas carreras. Ganamos cinco campeonatos zonales entre diurnos y nocturnos”.

“El Loco armaba todo como podía y con lo que había. Tenía una gran capacidad y la moto volaba. Imaginate que una vez, en una carrera en Franck, corrí contra las Zanella y contra Carlitos Delgado. Eran las diez de la noche y no me querían pagar los premios porque decían que la moto no podía ser que anduviera así”.

El salto al CAM

“Cuando me sentí que tenía la experiencia necesaria me animé a sumarme al CAM. En esa época la moto me la armaba únicamente Mansuino y fueron los primeros torneos del Certamen Argentino de Motociclismo, allá por 1980. Ganamos dos campeonatos con Mansuino en la categoría Aficionado con una Puma”.


“Corrí después en 100cc Libre en el CAM y salí cuarto, tercero y quinto en distintos campeonatos de aquella época. De ahí salté al 125cc, porque sacaron la categoría de las motos de 100cc y corrí casi dos temporadas en esa categoría”.

“En un momento, recuerdo que corrí en 200cc, pero me costaba mucho llevarla porque yo pesaba solo 52 kilos y la moto tenía 40 caballos de fuerza. No la podía manejar”.


Jorge Busso, a lo largo de su trayectoria en el motociclismo, desde los 18 a sus casi 43 años, participó en unas 700 carreras y entre series y finales consiguió 170 triunfos, de los cuales 18 fueron en forma consecutiva.

Claro que Jorge, tampoco deja de contar las malas: “Me quebré 13 veces por caídas de la moto, sin embargo, adoro el motociclismo”.

La carrera más recordada

“Para ganar la Copa de Campeones del CAM, tenías que triunfar dos años seguidos o tres años de manera alternada. Un año me lo quedé yo, y para asegurármelo y dejar de manera definitiva en mi casa ese gran trofeo, en la temporada siguiente lo volví a ganar. Pero no fue nada sencillo, ya que en la última fecha me enfrenté con José García, que ya tenía en su haber más de 400 victorias”.

“Ese sábado, horas antes de la carrera, recién pusimos en marcha la moto con mi cuñado porque había terminado bien la carrera anterior y no la había tocado más. Fuimos a un camino de tierra a probarla y se rompió todo, no quedó nada”.


“Pensé entonces en ponerle otro motor, pero Omar Aimar me dijo que esperara. Trabajó toda la noche, tuvo que rectificar cilindro y hacer el cigüeñal, todo nuevo. Me pasó a buscar a las 6 de la mañana para ir a San Jorge, con la moto lista. No la pusimos en marcha porque los vecinos nos mataban, así que nos fuimos directamente a la carrera”.

El domingo, todo sería distinto. “Apenas llegué, empecé a girar para asentarla. Se corrían 5 series, 2 repechajes y fuimos todos a la final, era un grupo de 40 motos. Ya en la serie la luché con García, que era de Villa María, pudiendo ganarla”.

“Largamos la final y él sabía que yo por afuera doblaba bien. Dimos cuatro vueltas, lo seguí y cuando me dejó un claro por adentro, casi le pisé las piernas, lo pasé y le gané la carrera”, agrega Busso.

“Fue muy importante volver a ganar, ya que me traer ese trofeo a San Francisco. Fue todo un orgullo porque era el premio más importante del motociclismo en tierra en ese momento”.

Decir adiós

“Mi hijo quería empezar a correr y yo no estaba muy convencido porque tenía miedo que se golpee, pero insistió tanto que consiguió el permiso de la mamá y le armé una motito. Le enseñé durante unos días, lo llevé a practicar y debutó en Miramar, con un cuarto o quinto puesto”.

“Después me tocaba correr a mí, en una categoría mayor. Largan la serie y yo pico en punta. Ya había dado ocho vueltas y faltaban cuatro para que termine, pero repentinamente decidí parar. Fue así de simple, ahí decidí que me retiraba del motociclismo. En ese mismo lugar me hicieron la despedida, ya que se dieron cuenta que nunca más me iba a subir a una moto de carrera”.

“Seguí con el motociclismo, pero desde afuera, preparándoles las motos a mi hijo Cristian y a mi sobrino Iván, quienes compiten cuando las posibilidades económicas se lo permiten”.

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