Automovilismo

Omar Aimar, el “loco” de la velocidad

A fines de noviembre del año pasado, nos dejaba uno de los últimos preparadores que tuvimos en nuestra ciudad, se nos iba Omar Aimar. Era de esa vieja escuela del deporte motor, no solo preparador de motores sino también piloto. Esta nota se la realicé hace exactamente 15 años, cuando todavía estaba en plena actividad.


(Por Alejandro Giustolisi).- Como les conté en la introducción, era piloto y preparador. El popular “Loco”, nacido en Crispi un 11 de julio de 1938, nos regala un bagaje de anécdotas y el repaso de su actividad, desde sus comienzos.

Omar, ¿cuándo empezaste a correr?

Empecé más o menos en 1958. Los primeros años corrí en moto, de aficionado. Eran carreras “cuadreras” las que se hacían. Tenía aproximadamente 20 años, hice el servicio militar y cuando volví, seguí preparando motos. Después dejé las motos y empecé a armar un karting, porque era la época del furor del karting y empecé a correr.

¿A quiénes recordás de aquella época?

Estaban Víctor Nescier, Silvio Aimar, Bertolini de La Francia, Cleri, entre otros. En karting corrí seis o siete años y gané algunas carreras. Para ir a las competencias, nos sabía llevar Don Remo Cleri, en un furgón. No teníamos muchas veces en qué ir, más de una vez llevamos el karting atado atrás en un carrito, enganchado a una moto.

Después empezó tu época como preparador.

Si, fue un buen desafío y empecé a preparar motos. Le hice una al “Ruli” Ottino, que andaba muy bien y ganó varias carreras. En esa época eran las Sachs 100 Libres, motos de dos marchas, pero armé una con tres velocidades. Yo había hecho un experimento con el karting, le puse a una caja un par de engranajes más adentro, la hice de tres marchas y mejoró muchísimo. Con Jorge Busso como piloto gané varias carreras, había motores de marcas importantes, desarrollados por ingenieros. Eran las Zanella con los motores RK, RT y RF. Eduardo Parks, también supo ganar con mis motores y con la caja de tres marchas.

Fue muy buena también la época de la Sachs Promocional.

Sí, se ganaron varios campeonatos, tres o cuatro nocturnos y algunos campeonatos zonales también. Tuve de pilotos a Juan Carlos Lombarte, Busso, Parks, René Heidegel, Angel Bustos (Rafaela) y “Quito” Gramaglia (Rafaela). Los tres hermanos Zanatta, incluido René, corrieron con mis motos.

¿Cuándo empezaste en el  automovilismo?

En la Limitada 27, otro lindo desafío. Le preparamos un Ford T a José María Cabral. En el taller empezamos a hacer el auto y nos llevó dos años, siempre luchando por la plata. Cuando por fin estuvo listo, el auto anduvo muy bien, llegó seis veces segundo y ganamos una carrera. Después se decidió poner el motor Jeep, pero la categoría dejó de correr. El chasis que habíamos hecho era una copia del Brabham PT 36 de la Fórmula Dos Europea que corría Carlos Reutemann. Tomamos las medidas y el diseño de una revista Corsa de la época, que acercó al taller Ricardo Valsagna.

¿Seguiste en otras categorías?

Terminada la época de la Limitada, le preparé durante varios años el motor a Víctor Vega. Salimos tres años campeones, Víctor es un muy buen piloto. Después empecé con Fabián Montiglio y se luchó bastante para salir campeón con el Fiat 600 de la Promocional. Fabián también andaba muy bien. Después vinieron a hablarme para que preparara un TC 4000 a Paschetta, de Carlos Pellegrini. Armé el motor, el auto fue a la punta y ganó un campeonato. Luego decidí armar el Falcon que actualmente tengo y el primero que lo corrió fue Danilo Werlen, después distintos pilotos que me lo alquilaban. Cuando puedo, lo corro yo. Aún hoy, sigo preparando algunos carburadores y levas a pilotos de la zona para el Midgets. Le armé también a Roberto Garrone el motor del Renault 12 de rally.

¿Alguna anécdota?

Muchísimas. Una vez estaba corriendo la moto, porque faltaba uno de los pilotos. Me di cuenta que la gente me seguía durante la carrera porque la moto era un cañón, andaba una barbaridad y me decía a mi mismo: “qué bárbaro, como estoy manejando, la gente me mira”. Entonces, en plena curva, Mario Arrieta me toca el hombro, manejando solamente con la mano izquierda y me dice: “loco…estás doblando fuerte…”. Le asentí con la cabeza y una vuelta más tarde pensé: “si Mario Arrieta, que casi siempre viene último, en plena curva me toca el hombro y encima me habla, significa que no ando nada”. Frené en los boxes, dejé la moto y abandoné la carrera. En otra oportunidad, tenía dos motos y empezó la polémica en el taller: la 24 anda más que la 25 (eran los números de mis dos motos), una la corría Lombarte y la otra, Jorge Busso. Entonces fuimos a probarlas para ver cuál iba más. Una la manejaba Celso Costamagna y la otra yo. Los dos pesábamos 80 kg y lo pusimos a Don Ottino de banderillero, más o menos a una distancia de 100 metros, en la zona del triángulo y de noche. Le pusimos la luz alta al Jeep de Costamagna para iluminar y entonces salimos los dos, picando con las motos, para ver cuál andaba más. En la primera tirada, Costamagna me pasó por un poquito y entonces me dice: “viste, la 25 anda más”. Hicimos otra tirada y Costamagna aceleró, la moto “mordió” bien el suelo y se levantó, cuando puso la segunda velocidad, se dio vuelta. La tierra estaba floja…cayó de boca. Fuimos a verlo…estaba todo sucio. Como no tenía golpes importantes, entre risas nos fuimos a la estación de servicio del triángulo, a tomar y a comer algo. Cuando terminamos, voy a pagar y Costamagna se levanta y me dice: “no, no te molestes, pago yo”. Metió la mano en el bolsillo para sacar la plata y lo único que sacaba era tierra, la misma que había “comido” un rato antes, al caerse de la moto.

Así era el “Loco” Aimar, a quien todo el mundo ligado a la mecánica y al deporte motor en la ciudad y en la región, lo conocía muy bien. En esta nota, nuestro recuerdo para un apasionado de la velocidad.

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