Básquet

Tres bajas, tres grandes dolores de cabeza y sin cartas fuertes

Eran la columna principal del plantel, del San Isidro que se armaba para volver a pelear por cosas grandes. Por distintos motivos se fueron antes de lo esperado. Los Halcones Rojos y la rápida obligación de reinventarse.


Nombres importantes, muy importantes… Dos de ellos entre los mejores 5 jugadores de toda la categoría y otro que si no estaba en el Top10, queda en el borde. Sus apellidos se potenciaron aún más dentro de la divisional, cuando la mayoría de los basquetbolistas determinantes en la última edición, pegaron el salto a Liga Nacional.

Para San Isidro, Bruno Barovero, Santiago González y Santiago Ludueña jugaban como el ancho de espada, el de basto y uno de los siete fuertes en el truco. De pronto, cuando el partido estaba por comenzar se fueron al mazo, obligando a barajar y dar de nuevo.

De tener una mano ganada, a rogar que un tres pueda hacer primera y después defenderse con algún falso; que poco probable sea decisivo y allí cruzar los dedos para que el dos que queda en la mano defina a su favor y así marcar una rayita más en la tabla.

Así parece que será el truco para el San Isidro de hoy. Que ya se había repuesto de la salida de González cuando armó sus valijas y cansado de toda la incertidumbre pandémica apuntó al norte.

Que rápidamente había asimilado la sorpresa y mala jugada que planteó Ludueña emigrando a Brasil, contratando a Forastieri (otro estilo de juego, pero base al fin).

Ahora la renuncia de Bruno Barovero por cuestiones laborales tomó a todos con la guardia baja, golpe que puede dejar grogui a cualquiera. El “santo” quedó desarmado, sin líderes que representen a la institución, con la necesidad de salir al mercado otra vez y ver que hay dentro de una lista que seguramente tendrá calidad, pero no representatividad, que conozcan a San Isidro y no como sucedió en la temporada pasada.

Reinventarse, resiliencia absoluta… el juego arrancó mal barajado…

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