Tuvo mala suerte… sí!, pero eso también juega. Cuando te acostumbrás a perder, lo más probable que si llegás a un final cerrado y ponés en juego la fortuna, te sale como no lo deseas.
San Isidro cayó en Villa María 85 a 82 cuando parecía que lo tenía en el bolsillo. La falta de Santiago González pone a todos en alerta defensiva y eso arrastra estar en el límite, tanto es así que el poste bajo se vio directamente afectado por las salidas de Durley y Rossi por 5 faltas, más la “lesión” del nuevo extranjero.
El “santo” volvió a mostrar carácter, demuestra que tiene ganas de salir de las malas de visitante, pero los números demuestran que con sólo actitud no alcanza. Centraliza tanto su juego en nombres propios, que cuando no están o tienen una “floja noche”, no hay Plan B. El rojo es muy previsible, hoy País o Durley, allí están todas las variantes.
De local es otra cosa. No totalmente distinta, pero si amplía su abanico de alternativas, como la de Pérez Tapia en la última presentación.
Para eso llegó Stibbins; jugador que nada tiene que ver en el estilo de Santiago González (a quien reemplaza en la posición), pero si para sumar a la causa protagonismo en ofensiva, con capacidad para resolver situaciones en ataque con pick and roll o con potencia para el uno contra uno. Su estado físico es uno de los cuestionamientos y que rápido deberá resolverse.
El regreso del capitán Germán Sciutto le dará la pausa que se necesita, más compromiso defensivo y también alguna que otra penetración que rompa con la monotonía de los tiros de tres puntos.
Pero más allá de los nombres, de los regresos o reemplazos; San Isidro deberá cambiar sus formas, el “cómo se juega”, el “a que se juega”… por eso aún no parece ser el camino correcto.