Juan Manuel, Camila, Virginia, Benjamín y Francesca, todos vinculados al deporte de Instituto de Córdoba. La familia sanfrancisqueña que se volvió a juntar en la “gloria”.
Los domingos al mediodía, mientras el chasquido de las brasas acompaña las reuniones familiares, no se habla de otra cosa que no sea de Instituto. Y no es para menos, entrenador y manager de vóley, jugadoras de vóley y jugador de básquet, todos de apellido Almada en la misma mesa a la espera del asado.
Es que, en la casa de los Almada, temas de la “Gloria” para conversar hay… y para todos los gustos. La familia es bien sanfrancisqueña, pero por diferentes motivos fue llevando a que “emigren” a Córdoba; principalmente por trabajo, pero desde allí comenzaron a desencadenarse oportunidades que tienen dos puntos en común: el deporte e Instituto.
El basquetbolista Benjamín Almada, es hijo de Mariano Almada, quien está a cargo del área de Cultura del Municipio de Córdoba, que a la vez es hermano del entrenador de voley Juan Manuel “Choco” Almada y este padre de las jugadoras Camila y Virginia y abuelo de la pequeña Francesca de 6 años.
Antes de dar vueltas las costillitas que se siguen dorando en la parrilla, “Choco” cuenta las horas previas a viajar a Santiago del Estero para disputar Liga Federal Femenina y repasa con sus hijas Camila y Virginia, integrantes del plantel, el scouting de las rivales en busca de la clasificación a los playoffs. Juan Manuel Almada supo llevar al vóley de El Tala a lo más alto a nivel nacional en inferiores y actualmente es el mánager deportivo de la disciplina en Instituto.
Los chinchulines ya están listos, el pan toma temperatura arriba de los fierros y antes de servirlos sobre la mesa, Benjamín cuenta la experiencia que está vivenciando al ser parte de la Liga Desarrollo y de codearse con los últimos campeones de la Liga Nacional en básquet. Con 17 años decidió sumarse a la “Gloria” en busca de perseguir sus sueños. Benja Almada es sobrino del entrenador y primo de las jugadoras de vóley.
El dialogo empieza a interrumpirse, señal que el asado está listo y en camino sobre la tabla de madera. Los Almada hacen un pequeño stop, el clásico aplauso para el asador y otra vez la palabra Instituto vuelve a sonar sin parar hasta pasado el postre y la sobremesa con un cortado incluido.
Se viene una semana más por delante, se seguirán viendo, pero ahora por Alta Córdoba hasta la próxima juntada, en la que nuevamente se hablará de una sola cosa en la “familia gloriosa”.