“Esto ya lo vi”, es un tipo de paramnesia del reconocimiento de alguna experiencia que se siente como si se hubiera vivido; es un Déjà vu. Así se siente, para aquellos que tuvieron la oportunidad de observar básquet hace más de tres décadas, porque no cuatro, con casos bien particulares de la actualidad.
“Ese es el hijo de Mara, el de allá es el del Pollo y el de aquel lado el de Pedrito”, afirman en las tribunas de manera categórica, sin siquiera haber consultado antes a otros; ni observado el róster. No hace falta buscar el parecido en la cara (que también los deja expuestos); sino que el picar la pelota, la postura corporal dentro de la cancha y el dribling son más efectivos que el 99,9% positivo en un ADN.
El correr casi en puntas de pie, como si estuviese flotando, de Jorge Toriano en Alumni, el escurridizo y zigzagueante Eduardo Blengini en San Isidro, el veloz y habilidoso pequeño Pedro Casermeiro en El Tala; todas esas cualidades, ¡juntas!, se ven fin de semana a fin de semana en la categoría U13 del “Albo”.
Es que allí está Santiago Toriano, con la 6 en la espalda como no podía ser de otra manera; Gaetano Blengini con la 7, como no podía ser de otra manera y Mirko Casermeiro con la 5, como no podía ser de otra manera.
Son los hijos de tres de los mejores jugadores surgidos de nuestra ciudad, con apellidos que se hicieron sinónimos de básquet en San Francisco y que continúan con el legado de sus padres, haciendo su propio camino con plena diversión a una edad que amerita a ello.
“Me cuesta verlo al parecido en el juego, Santi es muy chico, aunque hay mucho que me dicen que tiene gestos parecidos. Quiere que él haga su propio camino sin entrar en comparaciones. Pero me lo dicen varios, aunque yo todavía no lo veo mucho a eso”, le comentó a DSP, Jorge “pollo” Toriano.
“Gae juega bien, lo veo atrevido. Yo era medio desfachatado, como él. Somos parecidos, pero él juega bien”, cuenta entre risas Eduardo Blengini. “Es caradura, me encanta verlo porque se nota que disfruta, que se divierte y yo disfrutaba muchísimo de jugar, en algunas cosas somos parecidos, aunque yo tiraba un poco más porque no la pasaba mucho, Gae juega más en equipo”.
“Te soy sincere no me doy cuenta si juega parecido o no a lo que lo hacía yo. Pero si la gente con las que nos cruzamos en la cancha me lo dice, que recuerdan cuando yo era chico. No me pregunta mucho como jugaba, sabe algo, pero no pregunta tanto”, contó Pedro Casermeiro.
También está el hijo de “pepe” Giuliano, Salvador y el de “corcho” Cavallo como entrenador, Lorenzo. Toda la plantilla es pareja, se complementan y deja establecida a una “camada” que promete. Es una “linda bandita” que disfruta jugando y que a la vez entretienen a los que los observan (se recomienda ir a tomar unos mates los sábados a la mañana en la cancha para verlos).
Vienen de ser campeones en Las Varillas en un torneo de la división, lideran las posiciones del Apertura de la Asociación de Básquet de manera invicta (10-0) y debutaron en la Liga Provincial U13 ganando como local, iniciando un camino en el que prometen ser protagonistas hasta el final.
Así pues, el déjà vu sería, precisamente eso, tan solo una expresión de la memoria que se percibe como real pero que no lo es. El cerebro reconoce las similitudes entre la experiencia actual y una del pasado, lo que da paso a esa sensación de familiaridad que en este caso si es posible ubicar.