Que los sueños se cumplen, se hacen realidad. Más lo deseas y el momento llegará. Juan Manuel Aróstegui estuvo apesadumbrado en 2005, había fallado un penal clave para Sportivo y parecía que el mundo se le venía abajo. Luego de 2940 días eligió la derecha del arquero para darle el ascenso a la verde.
“Ese día quise que alguien me agarre de arriba y me saque de la cancha. Después lo sufrí mucho”, manifestó Juan Manuel Aróstegui recordando aquel 12 de junio de 2005, cuando en barrio Alberione el envión deportivo que manifestaba Sportivo Belgrano se veía truncado cuando el propio delantero sanfrancisqueño desviara el último penal de la serie ante Juventud Unida de Pergamino en el juego de vuelta para llegar a la Promoción en busca de un ascenso al Argentino A.
Su tristeza, aflicción y disgusto se prolongó un tiempo, no era para menos; internamente Juan Manuel, aquel pibe que ya había sido Campeón Nacional en el Baby Fútbol con Don Orione Categoría 1980 y que además había vestido la camiseta de la Selección Argentina en el Torneo Esperanza de Toulón y debutado en la Primera de Boca Juniors de la mano de Carlos Bianchi, tenía algo planeado, su cabeza ya trabajaba en un pensamiento tan positivo y ganador que la vida, que el fútbol, le daría una revancha.
Será la Ley de Atracción que reza que al enfocarse en un tipo de pensamientos (ya sean positivos o negativos), una persona atrae a su vida experiencias o cosas tanto positivas, como negativas o aquella frase de Buda que dice: “Lo que piensas, lo serás. Lo que sientas, lo atraerás. Lo que imaginas, lo crearás”; algo será…, no se sabe qué, pero Aróstegui lo experimentó.
“A esto se lo conté a tres o cuatro personas, desde ese día que fallé el penal, automáticamente me imaginé arrodillado en el arco festejando un ascenso con Sportivo, con los brazos arriba, arrodillado festejando el ascenso. Ocho años después se dio eso, en el mismo arco, me pude arrodillar y levantar los brazos para festejar”, le contó a DIARIOSPORTS de manera sincera, como si el micrófono no hubiese estado, ni mucho menos la luz roja que indicaba que se estaba grabando todo, porque se sabe que hablar de las metas, te alejan de ellas.
“Que sea… que sea… goooooooooolllllll” se escuchó el 30 de junio de 2013, a las 16:59 horas de aquel domingo que nada ni nadie podrá hacer olvidar en la historia de Sportivo Belgrano, en la historia del deporte de San Francisco. Las más de 12.000 almas lo sufrieron, algunos no queriendo mirar, otros con los dedos en la boca y los más audaces con la mirada firme en el rostro lleno de templanza del goleador que ya estaba parado frente a la pelota.
La verde venía de igualar en Tandil 0 a 0 en un polemiquísimo partido con expulsados y goles anulados, pero tenía ventaja deportiva que le daba la derecha en caso de otra igualdad. Román Strada a los 38 minutos y 15 segundos del complemento abría la cuenta para Santamarina ante el atónito estadio de Rosario de Santa Fe y Dorrego.
“Me acuerdo cuando entramos a la cancha la cantidad de gente que había, papeles, bengalas, globos. Antes recuerdo cuando estábamos en el hotel, la ansiedad que teníamos, pero confiados por lo que habíamos hecho en Tandil, que, si logramos un empate de visitante, de local con nuestra gente podía ser distinto, pero eso no se dio y terminamos sufriendo muchísimo”, rememora.
El cronómetro marcaba 45 minutos y 4 segundos del segundo tiempo cuando la pelota impactó en la mano derecha de Bucci, el árbitro tucumano Pedro Argañaráz no lo dudó y en concordancia con el grito de “penaaaaaaaal” de todo el estadio, su brazo se extendió y su dedo índice apuntó de llenó a la marca redonda de pintura en el césped del “Boero”, en el arco que da espalda al centro sanfrancisqueño, aquel mismo de la definición del 2005.
La escenografía no era tan distinta, la tribuna de madera de fondo era la misma, solo que el color verde se amalgamaba por las camisetas preparadas para estirar en el festejo.
“Me acuerdo que me da la pelota Fernando Zampedri, tengo ese recuerdo. Yo estaba muy confiado con hacerlo, ya sabía donde lo iba a patear. Cuando cobró penal me dije ´ya ascendimos´“.
Las protestas de los visitantes fueron mermando su intensidad; el área comenzó a despejarse, solo Daniel Bertoya frotándose las manos y tocándose el pelo de un lado y Juan Manuel Aróstegui del otro estaban en ella.
Siete pasos hacia atrás tomando carrera, pequeño repiqueteo y pitazo de acción le dio rienda suelta para recorrer la distancia que lo separaba del momento más feliz de su trayectoria futbolística.
“Cuando acomodo la pelota, enseguida empiezo a mirar al lugar donde la quería patear, quería que vaya adentro del arco. Hubo mucho tiempo de espera, como dos minutos más o menos con la pelota en el punto del penal, siempre le mire el palo, quería que él me vea y que piense que no iba a ir a ese lugar, que no era tan obvio y dio resultado porque un paso antes de que llegue a la pelota el arquero ya estaba tirado para el otro lado”, reveló su fórmula de éxito.
La Televisión Pública Argentina, que había llegado con sus móviles y satélites para emitir el juego a todo el país y gran parte de Latinoamérica marcaba en la parte superior derecha de la pantalla que ya iban 3 minutos y 6 segundos de adición cuando el botín derecho de JM conectó con la pelota, la misma que décimas después se iba a estar fusionando con los hilos de la red.
La explosión tuvo una amplia cobertura sonora en San Francisco y la región, el estruendo asustó a los pájaros en la Plaza Vélez Sarsfield que no les quedó otra que volar a otra parte, los que no habían querido mirar la ejecución se volvieron a dar vuelta con los ojos totalmente empapados de emoción, Juan Manuel fue en busca de su familia y generó con su hija Emilia una de las imágenes más elocuentes de todos los tiempos.
“Fue un desahogo gigante, sabía que mis hijos estaban en ese sector y fui a buscarlos. Son momentos únicos, nunca tenía previsto como festejar un gol, era como salía en el momento. Primero freno y luego sigo la carrera en busca de los familiares. Me trepo en el alambrado, después fui al suelo y ni me acuerdo que me decían, hice el gol y como que no escuché más nada. El recuerdo sin dudas será imborrable para mí, quedará grabado por siempre y lagrimeo cada vez que lo veo como si fuese ese mismo día”.
Los 45 minutos de la segunda etapa ya tenían otros tantos más de adición. El juez eligió los 9:03 para llevarse el silbato a la boca y soplar con mucha fuerza para ser escuchado, para dictar sentencia, para dejar asentado que Sportivo Belgrano había ascendido a la B Nacional y que Juan Manuel Aróstegui había cumplido con su prometido, arrodillarse en ese mismo arco de 2005, 8 años y 16 días después.
Foto principal: El Periódico.