El ajedrez es uno de esos juegos tradicionales que han superado el paso del tiempo a la perfección. Ya se practicaba en el siglo VI, llegando prácticamente a todos los lugares del mundo: desde los persas hasta los árabes lo jugaban. Esta batalla entre dos jugadores es mucho más que un entrenamiento, es considerado un deporte mental y casi todo el mundo alguna vez se ha interesado en saber cómo se movían las piezas en el tablero.
Su práctica fue usada por varios sectores de la sociedad y con finalidades distintas: para terapias, para la actividad académica, incluso como inspiración para formaciones de batallones de guerra. Todavía hoy en día es usado para estimular la capacidad de análisis y síntesis, para ejercitar la memoria e incentivar la creatividad e imaginación.
El momento más álgido del ajedrez en edad contemporánea fue en la década de los 80, con la disputa entre Anatoli Kàrpov y Garri Kasparov, que sucedía a Bobby Fisher como campeón del mundo. Sus partidas fueron de tal intensidad que volvieron a despertar el interés del público general por este deporte. Más allá del aspecto deportivo, representaban dos maneras de ver el mundo, cada uno representando a una de las dos facciones de la anterior Unión Soviética.
Vuelven tiempos dorados
Después de unos años en cierto declive, el ajedrez vuelve a estar más de moda que nunca entre las clases populares. Hay dos motivos que lo explican. Primero, hace un año se estrenó la popular serie de Netflix Gambito de dama
, seguida por millones de usuarios. Esta explica la historia de una huérfana, Beth Harmon, que durante los años 50 dominó este deporte que era casi exclusivamente de los hombres.
Segundo, esta serie coincidió en un periodo de tiempo en el que la grandes partes de la población mundial estaba buscando pasatiempos en casa. A falta del tablero físico y gracias a internet, muchos aficionados se animaron a jugar a través del ordenador o del smartphone. Desde el salón de casa, con acceso a todo el mundo.
Tal es su consolidación, que en 2020 fue considerado como e-sport del año. En los últimos meses, cada vez han sido más los jugadores que han retomado este popular juego y los más jóvenes se han lanzado a retransmitirlo a través de plataformas de streaming como Youtube o Twitch. Eso ha provocado que miles de adolescentes se hayan interesado por sus reglas y se atrevan a jugar.
El ajedrez, considerado como el rey de los juegos de estrategia
, no es la única actividad que ha ido en auge en los últimos años. También otros, como el backgammon e incluso el póker, se consideran deportes mentales
, siendo el segundo reconocido como tal desde el 2010 por la Asociación Internacional de Deportes Mentales. Lo que todos estos deportes tienen en común es que se compite y gana gracias al uso y entrenamiento del cerebro, más que del cuerpo.
Según webs especializadas en el mundo del ajedrez, ya hay más de 13 millones de personas en la actualidad que practican este deporte por Internet. China lidera el ranking de usuarios, pero le sigue muy de cerca la India, donde cada vez tiene más fieles seguidores. Luego ya vienen países como Ucrania, Armenia, Azerbaiyán o Polonia.
Aunque Rusia sigue siendo según la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez), el país con mayor ranking en puntuación, actualmente el mejor ajedrecista del mundo es el noruego Magnus Carlsen. En 2017, con solamente 22 años, se convirtió en campeón del mundo y en 2014 alcanzó un récord de puntuación (2.882 puntos Elo), superando a la leyenda Kasparov. Actualmente, mantiene el número uno.
Los beneficios del ajedrez
El ajedrez es una actividad que antes muchos colegios practicaban y que, aunque ya no es así, los educadores siguen recomendando por diferentes motivos. Como se ha mencionado anteriormente, permite estimular la capacidad de análisis y síntesis, así como incentiva la creatividad e invita a ponerle al jugador en el lugar del otro. También entrena la memoria y le hace ver a uno la consecuencia de sus actos, algo de lo que especialmente los más pequeños pueden verse beneficiados.
A parte de todo esto, no es menos importante el componente social
. No deja de ser una actividad lúdica y, ya sea en persona o a través de la pantalla del ordenador, permite la interactividad y socialización. Es un lenguaje universal que rompe barreras culturales e idiomáticas, tanto antes como hoy.