Automovilismo

Sanfrancisqueños en el Dakar: el asado en el medio del desierto

Los argentinos podemos tener muchos defectos, pero sin dudas, tenemos muchas virtudes. Por ejemplo, tratamos de solucionar lo que se presente de alguna manera, reparar lo que sea con lo que hay a mano, y más de una vez… hacer un asado con lo que tengamos.


Esta historia tuvo su tiempo y lugar. Ocurrió en la 32ª edición del Rally Dakar, en pleno desierto de Atacama, en el norte de Chile y fue durante la 6ª etapa de la competencia, en enero de 2011, en la tercera realización en Sudamérica.

Allí, en cercanías de Pisagua, una pequeña población a orillas del Pacífico, con una rica historia, con sus cañones de defensa hacia el mar, la vieja iglesia, la plazoleta, y el tradicional faro para guiar a las embarcaciones, la cual parece detenida en el tiempo, había un puesto de reaprovisionamiento de combustible de la empresa de nuestra ciudad, Surtirally, para motos, cuatriciclos y helicópteros.

Alejandro Giustolisi junto a Héctor Rasetto, con la bahía de fondo

Hasta allí llegamos en una camioneta, en nuestro recorrido en la carrera, con Eduardo Perotti, para ayudar al puesto de trabajo en ese lugar, grupo comandado por Héctor Rasetto, junto a su hijo Federico y Ariel Canalis, el cual estaba totalmente listo y operativo desde el día anterior.

Así estaba presentado el puesto de reabastecimiento

Por lo tanto, en la espera, entre charla y charla, alguien dijo una frase detonante: “como se extraña comer un asado”. A lo que otro respondió, “ehhh, tenemos todo para hacerlo”.

El amigo de Colonia Cello, Ariel Canalis, tomó la iniciativa y encendió el fuego, de allí a degustar un rico asado, no pasó mucho tiempo, sólo el suficiente para que arribara el líder de la clasificación general en motos en ese momento, el español Marc Coma (KTM), y accediera a probar un buen bocado.

Ariel Canalis puso manos a la obra y en estas condiciones cocinó en pleno desierto

Detrás llegó Despres (KTM), el ganador en 2010 en la categoría, primero me dijo que no, pero ante mi insistencia, probó y exclamó: “Está bueno”.

Despres, por probar el asado

A los pocos instantes, llegaría a ese punto del final de la etapa cronometrada el ídolo chileno, “Chaleco” López, quien dejó la Aprilia y directamente se vino a la improvisada mesa armada detrás del camión, al reparo del viento y del sol. Lo invitó al portugués Helder Rodríguez (Yamaha) y así compartimos unos minutos inolvidables con estos “monstruos” de las dos ruedas, nada menos, asado de por medio.

Helder Rodríguez y Chaleco López compartiendo la mesa

Historias y vivencias “dakarianas”, algo que jamás se nos cruzó en la cabeza, que nos podía llegar a ocurrir en nuestras vidas.

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