Alejandro Giletta fue uno de los exponentes en la natación de nuestra ciudad a la que representó muy bien a nivel provincial y sobre todo nacional con destacados resultados.
Comenzó desde muy chico en la pileta de San Isidro, sobresalió en su juventud y de grande tuvo tiempo para enseñar. Fue dirigente del club “santo” y hasta le tocó defender a la patria en la guerra de Malvinas. La historia de Alejandro está llena de matices de superación.
Todo arrancó a los cuatro años de edad afirmó el ex nadador. “Tenía cuatro años cuando me tiraron a la pileta de San Isidro y a los cinco años participé en mi primera carrera que fueron los 33 metros libres y que se había hecho en el Sport Automóvil Club”.
La particularidad de Giletta fue como aprendió a nadar. “Todo empezó cuando mi hermano me tiró a lo hondo de la pileta cuando tenía cuatro años y llegué al borde nadando, nadie se explica cómo y ahí fue cuando arranqué. Según lo que me cuentan aprendí a nadar sólo mientras que la mayoría tiene que hacer todo un proceso de aprendizaje y yo no me acuerdo de haberlo hecho, nunca me enseñaron a nadar sino que me corregían lo que hacía”.
San Isidro, el único que representó
A lo largo de su trayectoria siempre representó al Club Atlético San Isidro y a pesar de que recibió ofertas para competir con otras instituciones dijo que no.
“Yo siempre nadé para el Club Atlético San Isidro, tal es así que tuve oportunidades de ir a nadar para el Colegio Taborín de Córdoba capital y al Club Ateneo de Santa Fe capital, pero siempre les dije que no. Es más, para los Campeonatos Argentinos nombraban a San Isidro cuando me anunciaban por micrófono”, argumentó el sanfrancisqueño.
Giletta también recuerda que los únicos entrenadores que tuvo en su carrera deportiva fueron Eder García y Luis Lisdero. “Ellos fueron los que me guiaron en este camino junto a mi familia y el club”.
Sobre el significado del club para él expresó que “mi viejo fue uno de los fundadores de la pileta del club y uno de los que con la pala hicieron el pozo para el natatorio. Además integraron las comisiones, siempre estaban ayudando en lo que podían y mi abuelo había sido presidente. Nunca se me cruzó por la cabeza de cambiarme de institución”.
Su infancia se desarrolló en la institución. “Siempre viví a una cuadra del predio, así que a la mañana ya me ponía la mallita y me iba al club, al mediodía iba a comer a mi casa y después volvía a la pileta en la que me quedaba hasta la noche, de esa manera se desarrollaban los meses de verano, o sea de noviembre a marzo y esa era mi vida. Lo vi transformarse al club en lo hermoso que es hoy no sólo el predio sino también la sede”.
Sus logros a puro sacrificio
Con el tiempo fue tomando experiencia para llegar a ganar más de 50 títulos provinciales y tres campeonatos nacionales. El estilo con el que más se destacó fue el pecho pero también le gustaba el libre.
Son numerosos los logros de Alejandro y los recuerda a todos. “Tuve la posibilidad de ganar tres campeonatos argentinos y obtuve 53 títulos provinciales, después tengo más de 100 podios en todos los niveles y especialidades también”.
El nadador de nuestra ciudad ganó los nacionales de los años 1971 en los 25 metros pecho, en 1972 en los 50 metros pecho y en 1973 en los 100 metros pecho.
En cuanto a récords expuso que “había batido 32 récords en los Campeonatos Provinciales y en el Campeonato Nacional tenía el de los 50 metros, ese estuvo más de 20 años sin ser batido”.
Fue elegido en cuatro oportunidades como el mejor en natación en la Fiesta del deporte que organizaba el Círculo de Periodistas Deportivos de San Francisco.
Sobre la preparación para los torneos remarcó que “arrancábamos con una desventaja al no tener en la ciudad una pileta cubierta y los campeonatos argentinos se hacían a fines de febrero. Yo entrenaba de noviembre a diciembre, en enero estaban los torneos provinciales y en febrero los nacionales, así que yo iba a estos últimos con tres meses de entrenamiento nomás, contra el resto que llegaban mejor preparados”.
Agregó que “entrenaba de lunes a sábado por la mañana, después del mediodía y luego a la tardecita. La verdad que tenía que hacer mucho sacrificio para estar bien preparado, además éramos un equipo grande, pero los que hacíamos los tres turnos éramos tres o cuatro nadadores nomás”.
Y el sacrificio fue moneda corriente. “Para el campeonato que más me preparé fue cuando gané en los 100 metros pecho en el argentino, ya que iba al gimnasio todos los días en invierno, y los fines de semana mi viejo y mi entrenador me llevaban a nadar a la pileta climatizada del Club Ateneo de Santa Fe, eso fue algo que hicimos durante todo el año”.
Su estilo preferido y el que más emociones le dio fue el pecho. “Era con el estilo que me sentía más cómodo y con el que mejor tiempos hacía al igual que en libre, pero como tenía las mejores marcas en pecho fue que me empecé a especializar más en este”.
Dijo basta y siguió otro camino
A los 15 años y siendo muy joven decidió dejar de nadar y terminar su exitosa carrera. “Realmente estaba cansado, los entrenamientos eran muy duros y además, porque empezaba otra etapa de mi vida”.
“En ese momento fue que me llamaron del Colegio Taborín para que vaya a radicarme en Córdoba, donde me iban a pagar los estudios, pero como era muy chico mis padres no querían que vaya a vivir allá. Así que ahí dejé la natación, fueron diez años muy intensos y fuertes”, aclaró Giletta.
Tuvo una vida bastante sacrificada para practicar esta actividad pero la hizo con mucha responsabilidad y guarda los mejores recuerdos, además siempre tomó a la natación como un estilo de vida de la que aprendió muchas cosas.
Tras su retiro la ligazón con el deporte fue por un tiempo. “Después del retiro me alejé unos años, luego entrené un equipo de natación de acá, al tiempo me fui a vivir y a estudiar a Córdoba durante tres años, y de ahí me fui a Paraná. Pero digamos que siempre estuve ligado a este deporte entrenando o también enseñando natación y waterpolo”.
Sobre la natación explicó que “para mí fue un estilo de vida y es mi deporte favorito. La natación me enseñó disciplina, me enseñó a obedecer, a pensar, me dio estrategia y complicidad con el entrenador, y todas estas cosas son aplicables a la vida”.
Agregó que “yo me divertí siempre nadando pero cuando tenía 14 años ahí dejé de divertirme entonces me retiré de la natación, ya que pasó a ser una responsabilidad muy pesada y no sentía que quería dedicar mi vida a la natación”.
Un recuerdo imborrable
Alejandro Giletta no sólo puede contar sus éxitos como nadador de joven. En 1982 le tocó ser parte de la Guerra de Malvinas.
“Estuve sirviendo a la Fuerza Aérea Argentina y estuve en la isla 76 días”, dice con orgullo el ahora veterano de la última guerra que tuvo nuestro país.
Además Alejandro también recuerda su último período como dirigente del Club San Isidro hace pocos años. En los que comentó que fue parte de muchas obras que se hicieron en el predio y que siguen vigente con la actual conducción.