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El póker, una actividad que sobrevive al paso del tiempo

Repasamos algunos de los ítems que lo han convertido en una actividad de plena vigencia.


Existe una frase muy popular que reza lo siguiente: si algo funciona, no lo toques. Hoy vamos a exponer un ejemplo pragmático que encaja muy bien con esta reflexión, ya que se trata de una actividad que se ha mantenido prácticamente inalterable desde hace siglos: el póker.

Ubicar su origen concreto es un ejercicio complejo, pero los expertos coinciden en apuntar al mimetismo existente con un juego del siglo XVI: Âs Nas. Esta actividad nació en Persia y fue expandiéndose por las diferentes regiones occidentales de Europa mientras iba aumentando en inserción social. Como suele ocurrir con las actividades populares, los ciudadanos fueron añadiendo diversas modificaciones que se asimilaron como definitivas. Los franceses, que quedaron maravillados ante este nuevo pasatiempo, lo exportaron hacia América. Una de las colonias del país galo, Luisiana, mostró una especial predilección por el “poque” -nombre con el que se conocía en ese momento- y las calles de Nueva Orleans conectaron rápidamente con esta nueva moda.

Una de las vías más rápidas para que una actividad pueda ser lo más accesible posible es que sus normas queden por escrito. Esto es precisamente lo que hizo el impresor estadounidense Joseph Crowell, quien detalló en su diario cómo jugaban sus coetáneos en 1829.

Existen diversas modalidades con relación al póker, todas ellas con sus reglas y sus elementos diferenciadores. En el caso del Texas Hold’em, la escalera real se impone a cualquier otra combinación, quedando por encima del full, la escalera de color o el par. Como recordatorio, el póker dispone de diversas adaptaciones online, siendo muy popular en la red de redes con millones de jugadores alrededor del globo.

También existen aspectos típicos de la iconografía del póker que se han convertido en elementos de la cultura popular. Los símbolos de las cartas: el as, el rombo, el trébol y el corazón, colocados uno junto al otro, generan una imagen fácilmente reconocible.

En el mundo del séptimo arte también hay películas que basan su argumento en la práctica del póker. Muchas de ellas se enmarcan en el género del western, ya que los cowboys que poblaron el Oeste estadounidense del siglo XIX eran asiduos practicantes de este pasatiempo. Al final era una actividad muy fácil de practicar, solo era necesaria una baraja de cartas y un espacio donde poder jugar. Esta es también una de las fórmulas de su éxito; una fórmula aparentemente sencilla que esconde una gran profundidad.

Entre las películas más populares con los naipes como telón de fondo, encontramos a Maverick, del año 1994, con Mel Gibson y Jodie Foster; o la obra Casino Royale, del año 2006. Esta iteración forma parte de universo de James Bond, y cuenta Daniel Craig en el papel protagonista. El espía debía intentar que su enemigo no saliese vencedor de un torneo de Texas Hold’em. Por último, y para citar un referente más antiguo, también encontramos el largometraje El hombre del brazo de oro, del año 1955. Está protagonizado por Frank Sinatra y recibió varias nominaciones a los premios Oscar, como el de mejor actor por al popular cantante.

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Como hemos comentado, su popularidad sigue inalterable. Su práctica en el siglo XXI sigue siendo igual de accesible que lo era en el siglo XVII. Las tabernas del oeste americano han dado lugar a verdaderos campeonatos internacionales en los que participan jugadores de todo el mundo. Torneos similares a los futbolísticos que se practican en la actualidad.

Como ya hemos mencionado, su adaptación al mundo digital también ha ayudado a su consolidación como uno de los pasatiempos más populares del mundo actual. Su fórmula sigue siendo sencilla pero profunda, y las barajas clásicas han dado lugar a colecciones de naipes personalizados donde aparecen personajes de la fantasía o la ciencia ficción. Una fórmula que busca dar origen a nuevas modalidades de juego. Quién sabe, quizás algunas de estas modificaciones acaben siendo asimiladas como oficiales. Una vía que ya se aplicó en la construcción del póker que actualmente conocemos; la suma de conocimientos y tradición siempre mejora el resultado final.

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