Fernando Mari, en pocos años, pasó de debutar en el automovilismo a competir durante dos temporadas, como piloto, en el TC 2000. Un accidente en la ruta, cuando se dirigía a un autódromo, le impidió seguir corriendo, al sufrir una lesión en su columna.
“De chico, me subía al colectivo con mi papá, que llevaba a la hinchada de Cacho Rossetti cuando corría en Midgets. Después de todas esas vivencias, siempre dije que quería estar en esto, cuando sea grande”, recuerda Fernando “Nacho” Mari, sobre cuándo comenzó su pasión por el automovilismo.
“Ahí me enamoré de los autos de carrera, tenía unos 10 años. Mucha gente lo seguía a Cacho en esa época y cuando llegué al TC 2000, al primero que invité a que me acompañe a ver el auto al taller de Berta, fue al propio Cacho Rossetti. Era el Renault 19 que veía utilizando Luis Soppelsa”.
Nacido en nuestra ciudad, el 14 de noviembre de 1966, Mari hizo sus primeras armas en una categoría zonal que supo tener a muchos pilotos de San Francisco, la Promocional 850cc, sobre un Fiat 600.
Al respecto, comenta: “Mi papá no quería que yo corra, así que compré a escondidas un Fiat 600 y lo empecé a armar en el galpón. Le decía que era para un amigo mío. Ese auto lo construí completamente”.
“La intención era correr solamente una competencia, para ver cómo había quedado el auto y luego, buscar alguien con experiencia para que lo maneje. Los fines de semana, yo trabajaba con mi viejo y manejaba un colectivo, casi nunca estaba libre”.
“Cuando estuvo listo, fui a una fecha de la categoría en el autódromo de San Jorge, donde fue una constante hacer trompos sobre el pavimento. El auto era un desastre y yo encima debutaba. Ahí hubo gente que me empezó a ayudar para ir acomodándolo en el funcionamiento y si bien la idea era que lo corra algún amigo, me gustó tanto que ya no me bajé más”, agrega entre risas.
“Eran los comienzos de la década de 1990, allá por 1993. La Promocional 850cc hacía casi todas sus carreras en circuitos de tierra, era una categoría zonal que tenía un gran nivel y muchos autos, en la que corrí durante unas tres temporadas”.
En ascenso
Al ir agarrando el “gustito” por los fierros, “Nacho” pensó siempre en ir avanzando en este deporte, en subir escalones, por lo que dio un salto a otra categoría, de mayor nivel, como lo era el Fiat 600 TS.
“Pasé a competir en el Fiat 600 TS, que en aquel momento era de libre preparación. Iban muy rápido y se corría sobre pavimento. Hice equipo con el rafaelino Diego Bañón y teníamos motores de Víctor Boscarol. Alterné mi participación en esta categoría durante casi un año y medio, con la conducción de un Chevrolet Corsa, alistado por Pepe Cano, el padre de Gustavo Cano, quien hoy tiene equipo en el Turismo Nacional”.
“La Copa Corsa hacía sus primeras carreras y yo gané ese campeonato presentación, que fue de unas cuatro competencias”.
“Ingresar a participar en la Copa Corsa, significó el salto a una categoría nacional. En la última fecha del año, me tocó ir a Buenos Aires a correr y se largó bajo una intensa lluvia. Había buenos pilotos, estuve puntero durante toda la carrera, pero en la horquilla, cuando faltaban 300 metros para el final, reviento la goma trasera y termino en la tercera posición. Pese a ello, fue importante el poder subir al podio en un circuito tan especial como el Gálvez”, rememora “Nacho”.
“En esa misma carrera, después de ese buen resultado, me ofrecieron competir en la Monomarca Gol, que era la divisional telonera del TC 2000 en ese entonces. Ese año, 1995, fue increíble, ya que hice tres categorías diferentes, Fiat 600 TS, Copa Corsa y Monomarca Gol”.
“Esa actividad me ayudó muchísimo a progresar, en una época donde no había simuladores. La única forma de conocer los circuitos del país, era probando o corriendo en distintas categorías. Había que dar todas la vueltas que sean posibles para aprender y mejorar”.
Llegar al TC 2000
“Me habla una vez René Zanatta y me dice que había posibilidad de charlar con gente del equipo de Luis Belloso y de Oreste Berta. Así fue como entablé relación con el Pejerrey Belloso y surgió la posibilidad de hacer algunas pruebas. Era una selección entre varios pilotos, porque el TC 2000 tenía dos autos por marca y querían poner un tercer vehículo en pista, para ampliar la categoría”.
“Luego de esa prueba, quedo deportivamente bajo el ala de Belloso y me dieron un Renault 18 de Turismo Nacional. Corrí una o dos carreras, en las que tuve que abandonar. Ya en ese momento, era impresionante como se daban en el TN, a la chapa siempre. Terminaban destruidos los autos”.
“Además entrenaba en karting mientras esperaba la oportunidad de llegar al TC 2000 y por fin pude subirme, para girar en el autódromo Cabalén, cerca de Alta Gracia, sobre un Renault 19”.
“En el TC 2000, corrí durante 1997 y 1998, siempre dentro de la estructura del equipo de Belloso. A fines de 1998, me quedo sin auto porque Belloso se desvincula de Berta, porque Ford le exigía a Oreste exclusividad. En ese momento Ford ganaba todo y los Renault poco y nada”.
Las ganas de seguir, pero…
“Me contacto entonces para seguir en 1999, en la categoría, con Ernesto Bessone, para correr en el equipo Chrysler. Los pilotos eran, el propio Bessone y Pablo Peón; pero no pude debutar sobre el modelo Neon en San Jorge, porque me accidenté llegando al circuito en mi camioneta, en la ruta, cuando nos embiste un camión”.
“Como la hotelería estaba completa, yo me había vuelto a dormir a San Francisco y en el regreso a San Jorge, muy temprano en la mañana, casi de madrugada, tuvimos el accidente. Esto me trajo una seria lesión en la espalda. Tuve desplazamiento de la columna, con dos vértebras rotas. Estuve medio año para recuperarme”.
“Cuando me puse bien, me vuelvo a juntar con Belloso en Alta Gracia, con quien tenía y tengo hasta hoy una gran relación, quien me ofrece un Ford Falcon de Turismo Carretera. Estuve entrenando dos meses con ese auto y me voy a Buenos Aires, para obtener la licencia médica. Me toca presentarme en el Hospital Militar, donde luego de ver todos mis estudios, me dijeron que no podía correr más, algo que no me imaginaba para nada”, agrega Mari con nostalgia.
Seguramente, como él mismo piensa, podría haber continuado compitiendo y representando a San Francisco a nivel nacional. Siempre, quedará la intriga de saber si podría haberse hecho su lugar en el automovilismo grande, debido a ese accidente que lo alejó, definitivamente, de la posibilidad de subirse a un auto de carrera.
“Ya venía con una lesión en la columna, después de un fuerte accidente en Mendoza unos pocos años atrás, en la Monomarca Gol, con Ariel Pacho y Leonel Larrauri. Todo sumó para que no me dieran el apto físico, porque cualquier nuevo golpe, me podría haber dejado sin caminar”.
“Con el paso del tiempo, a unos 20 años de haber girado por última sobre ese Ford Falcon, entrenando, puedo decirte que estoy muy satisfecho y agradecido por haber podido correr a nivel nacional. Desde mis 12 años, yo trabajaba con mi papá con los colectivos y los camiones. Correr sobre un Fiat 600, ya era todo un logro para mí, por lo que, todo lo que vino después, fue algo soñado que tuve el gusto de hacer realidad”.