Avances, desafíos y rostros conocidos
Afortunadamente, todo ese tiempo en el que no se le prestaba la atención que se debe al fútbol femenino en Argentina está quedando atrás. En la actualidad, el evidente talento que muestran muchas jugadoras y la pasión de una afición que crece rápidamente está favoreciendo un buen estado de salud para este segmento deportivo.
Durante décadas, la profesionalización parecía un sueño lejano, sin embargo, ese panorama ha cambiado radicalmente en los últimos años. Las mujeres también juegan, y lo hacen con fuerza, estilo y convicción. El fútbol femenino vive un boom sin precedentes en el país, con un crecimiento que se siente en las canchas, en los medios y en la hinchada.
Desde la profesionalización de la Primera División femenina en 2019, el fútbol jugado por mujeres ha dejado de ser un fenómeno de minorías, enmarcado en un pequeño nicho de seguidores para ocupar su merecido espacio en la escena deportiva nacional. Si bien todavía existen diferencias marcadas con respecto al fútbol masculino, el avance ha sido notable. Hoy, las transmisiones televisivas, los contratos profesionales y el aumento de público en los estadios hablan de una nueva era.
Este crecimiento también ha captado el interés de diversos sectores comerciales. Por ejemplo, alguna que otra casa de apuestas ya incluye partidos del fútbol femenino argentino en sus plataformas, ampliando el abanico de opciones y contribuyendo, de manera indirecta, a visibilizar la competencia. Aunque este fenómeno genera debates éticos, también refleja un cambio claro: el fútbol femenino genera interés, mueve emociones y, por ende, está adquiriendo un importante valor comercial.
Las figuras que lideran el cambio
El Mundial de Francia 2019 representó todo un punto de inflexión en el desarrollo y evolución del fútbol femenino en Argentina. El equipo comandado por Carlos Borrello mostró garra, identidad y un juego que emocionó a millones, incluso sin llegar a clasificarse en octavos, el agónico empate contra Escocia (tras ir perdiendo 3-0) quedó grabado en la memoria colectiva como una gran hazaña. La imagen de las jugadoras abrazadas tras esta proeza fue el símbolo perfecto del “sí, se puede”.
Desde aquel partido mítico, equipos como Boca Juniors, River Plate, UAI Urquiza, San Lorenzo y Rosario Central han decidido invertir más recursos en sus planteles femeninos. Aunque las condiciones siguen lejos de ser ideales, han mejorado sustancialmente, logrando que muchas jugadoras obtengan contratos formales, entrenen en instalaciones más adecuadas y compitan con mayor frecuencia. Incluso algunos equipos del interior están comenzando a proyectar divisiones femeninas competitivas, lo que augura una federalización más genuina del torneo en los próximos años.
Como no puede ser de otro modo, las protagonistas de este boom son las jugadoras. Algunas se han convertido en verdaderos íconos para las nuevas generaciones, como por ejemplo Estefanía Banini, considerada por muchos como la mejor jugadora del país. Su liderazgo, tanto dentro como fuera del campo, fue clave para visibilizar reclamos justos y exigir condiciones dignas para todas.
También merecen ser destacadas Yamila Rodríguez, explosiva delantera de Boca, Vanesa Santana, referente del mediocampo, y Aldana Cometti, sólida defensora que juega en Europa. Ellas, junto a muchas otras, han inspirado a niñas que ahora sueñan con vestir una camiseta, entrenar y competir sin pedir permiso.
Avances y desafíos
Aunque la visibilidad e importancia que tiene el fútbol femenino en comparación con apenas un par de décadas atrás es notable, aún hoy, muchas jugadoras deben combinar su carrera deportiva con otros trabajos, debido a sueldos bajos o la falta de contratos profesionales.
Se mantiene una diferencia con el fútbol masculino abismal, tanto en términos económicos como en cobertura mediática, al igual que ocurre con la brecha cultural, ya que la mayoría de la población considera el fútbol femenino como algo menor o menos emocionante.
Por otro lado, los propios clubes enfrentan desafíos estructurales importantes. Algunos cumplen los requisitos mínimos de AFA sin comprometerse realmente con el desarrollo del deporte. Así mismo, la falta de infraestructura, cuerpos técnicos especializados y categorías formativas específicas sigue siendo un problema en varios rincones del país.
Para que el crecimiento sea sostenible, es necesario apostar por una estructura seria, federal e inclusiva.
Una transformación dirigida a las nuevas generaciones
La cobertura periodística crece, aumentando el número de medios que dedican espacio en sus programaciones para analizar los torneos femeninos, las historias de las jugadoras y los logros que antes pasaban desapercibidos. Las redes sociales han crecido más rápidamente, en este sentido, no son pocas las futbolistas que manejan sus propias cuentas con una buena cantidad de seguidores, logrando llegar a una audiencia joven, comprometida y ávida de representación.
Se trata de un fenómeno que también está impactando en la educación física escolar. Es apreciable como ahora es muy común ver a chicas jugando fútbol en los recreos o formando parte de torneos intercolegiales.
Para el futuro, el objetivo está claro, hay que seguir profesionalizando la disciplina, garantizando condiciones dignas y fomentando el desarrollo desde edades tempranas. Con políticas públicas adecuadas, compromiso estatal y regional, junto a una hinchada que acompañe, el fútbol femenino argentino tiene todo para convertirse en potencia regional y, por qué no, mundial.