Se conocen desde que tienen 5 años; del mismo club de baby, del mismo barrio, por la misma pasión: el fútbol. Convivieron en Malasia, compartieron el profesionalismo y hoy están en el mismo tren nuevamente. Los caminos que se volvieron a cruzar en la vida de Aróstegui, Martelotto y Franceschi.
No es común, pero tampoco irreal. Hace más de 30 años se juntaban en la vereda del mismo barrio, se veían además todos los sábados detrás del Cotolengo para defender la camiseta de Don Orione; fueron forjando juntos la carrera deportiva, compartieron pensión en Boca, Torneo del Interior en Sportivo, debut en B Nacional en El Porvenir y hasta uno recomendó a otro para jugar en Malasia, justo allí los tres pudieron disfrutar la misma cancha, con la misma camiseta y abrazarse para festejar goles en más de una oportunidad.
Juan Manuel Aróstegui, Bruno Martelotto y Fabricio Franceschi, una historia de caminos que por más de tres décadas se siguen cruzando por la pasión a la pelota, por el amor al fútbol y ahora por el sentimiento a los mismos colores. El presidente de Sportivo Belgrano, el entrenador de la verde y el ayudante de campo del elenco de barrio Alberione: en definitiva los amigos de toda una vida que se subieron al mismo tres para un viaje más, como tantos otros.
Esta “aventura” es distinta a las demás, no se trata de conocer la cultura en Kuala Lumpur o demostrarle a algún malayo sus cualidades; es trabajar codo a codo por Sportivo, desarrollar y ejecutar un ambicioso proyecto del cual lo venían hablando desde hace años y que ahora tienen frente a sí la oportunidad de plasmarlo con el aliciente fundamental de sentir a la institución, de querer hacerle bien, sin tener la obligación de agregar ítems en sus currículos pensando en el futuro personal.
Bruno es dos años más chico que Juan Manuel y Fabricio, los dos más grandes fueron campeones del Nacional de Baby categoría 1980, desde allí se remonta una relación duradera. “Yo el primer torneo de baby que jugué, fue con ellos en la Rural, más allá que era dos años menor”, dice Martelotto. “Ellos habían establecido una amistad más grande con mi hermano mayor, con ellos tuve un vínculo más cercano cuando jugamos los tres en Malasia”, recalcó dejando asentado el inicio del primer cruce de caminos.
Como todos amigos, las “juntadas” son cotidianas, son parte de la agenda semanal para compartir alguna copa escuchando el chasquido del carbón debajo de la parrilla. No es la excepción en ellos; el lugar en el cual profundizan ideas de fútbol y también de la vida misma. El “cimbronazo” de las últimas semanas, con cambios considerables en Sportivo y también la pandemia, obligó a apretar el botón de pausa.
“Todavía no nos juntamos, después de todo esto que pasó, a esas reuniones como amigos. Pero no creo que cambie a como eran antes, porque siempre se habla de lo mismo, de fútbol, de lo que haríamos. En lo que a mi me respecta”, dice JM Aróstegui, “Lo que veníamos hablando como algo prácticamente utópico, ahora lo estamos llevando a cabo, esas charlas de asados que parecían no poderse plasmar en la realidad, lo estamos cumpliendo”, recalca el goleador histórico y hoy máximo directivo de la verde.
Ahí nomás toma la palabra Fabricio, quién compartió pensión en Boca con JM en su etapa como juvenil, además de debutar juntos en El Porvenir en B Nacional luego de ser cedidos por el Xeneize: “Los tres teníamos una idea y coincidíamos, con diferentes matices, pero el objetivo era el mismo. Como por ejemplo en la formación de un jugador, porque ahí estamos de acuerdo en que tienen que tener el roce para saber si están en condiciones o no de jugar en Primera; pero allí saltaba uno y preguntaba cuando se lo ponía, ¿en qué partido?, en cualquiera o en alguno en especial; otro decía que había que llevarlo de a poco sabiendo para qué lo querés hacer jugar, para que crezca o solo para hacerlo debutar. La idea de los tres en esos asados siempre fue y es la misma, más allá de los matices de como ejecutarla, por eso estamos muy entusiasmados con todo esto que estamos vivenciando”.
La amistad… en las decisiones
La confianza entre ellos es muy grande, pero ahora con responsabilidades distintas en Sportivo Belgrano, la tendrán que saber manejar.
“Somos muy respetuosos de los roles que cada uno tiene dentro de Sportivo” aclara Bruno que como entrenador principal sabe y reconoce que los ciclos en el fútbol cada vez son más cortos. “Sabemos que no podemos sobrepasar eso y en la primera charla que tuvimos lo dejamos bien en claro que esto no es por amistad. Dijimos que cuando Juan Manuel crea que nuestro ciclo se cumple, la amistad va a seguir más allá de lo que pase, eso tiene que estar muy claro. Juan es mi amigo; además una de las personas del departamento de fútbol es mi hermano; pero acá el Club es lo más importante, las decisiones son para y por Sportivo. Ojalá que el momento del final no llegue nunca, porque tenemos un proyecto en común y lleva tiempo, pero lo tengo en claro que nada tiene que ver la amistad en estas cosas”.
Franceschi es más sanguíneo, su personalidad dentro y fuera de la cancha siempre coincidieron y ahora reconoce que tendrá que saber llevarla: “Tuve que hacer una catarsis interior y saber el lugar que me ocupa y me toca ahora, cada uno tiene su responsabilidad, el más impulsivo de los tres soy yo, pero todo eso hay que manejarlo porque el que tiene que beneficiarse en todo esto siempre es el Club”.
En Malasia, el punto de partida
Muchas de las charlas pasan desapercibidas con el tiempo, pero este grupo de tres planeaba desde el continente asiático, allá por el año 2004, poder alguna vez trabajar juntos luego de ser futbolistas profesionales y lograr “empujar el mismo carro” lleno de convicciones. “Lo podíamos haber soñado de trabajar los tres como cuerpo técnico. No lo teníamos a Juan Manuel como presidente en esas ideas locas cuando jugábamos allá, pero las cosas se dieron así. Lo hemos hablado, pero siempre ese proyecto terminaba en nombrar a Sportivo, siempre estuvo presente en nuestras ideas más allá de estar lejos”, reconoce Bruno.
“Para lo que nosotros soñábamos o pensábamos, sabíamos que teníamos que tener todos la misma idea dentro de un club, de compartir esto con la misma visión y ahora se puede llevar adelante”, reconoce Aróstegui que asumió la presidencia de la verde hace un par de semanas atrás y rápidamente puso en marcha esa idea que venía siendo tema de continuas charlas.
El festejo sanfrancisqueño, la historia de una foto
En el año 2004, los tres compartieron equipo en el MPPJ Selangor de Primera División malaya. Fue Aróstegui el primero en llegar unos años antes, recomendó a Martelotto y luego ambos hicieron lo propio con Franceschi.
“Era una jugada preparada, teníamos la libertad de decirnos lo que queríamos porque nadie entendía el castellano”, cuenta Fabricio con lujo de detalles. “Todos esperaban que Juan Manuel le pegue porque era la estrella del equipo, estaba claro que no le dejábamos pegarle a ningún malayo el tiro libre; nosotros tres nos paramos al frente de la pelota. Juan se la tocaba a Bruno que en lugar de frenarla, la dejaba pasar para que le pegue yo. Me acuerdo que cuando llegué a Malasia, me agarró Juan Manuel y me dijo que le pegue a los tiros libres si quería, pero que nunca me arrimara a pedirle algún penal”, recordó entre risas.
El camino otra vez los encuentra a los tres juntos, subidos al mismo tren como hace más de treinta años, con experiencias vividas, kilómetros recorridos y las mismas ganas e ilusión de siempre.