Oscar Pezoa fue uno de los mejores ciclistas argentinos, llegó a participar en un Juego Olímpico. Perón lo “mimó” y llegó a festejar con su bicicleta previo a los Panamericano de 1951. La historia del deportista de nuestra ciudad y el entonces presidente de la Nación.
Se encuentra entre los “tocado por la varita” al haber llegado a participar en un Juego Olímpico. Es uno de los cinco sanfrancisqueños que disfrutaron de la cita máxima del deporte en todo el planeta.
Oscar Pezoa tuvo una carrera profesional corta, pero sumamente auspiciosa. Tocó una bici por primera vez en 1948 y allí se propuso estar en las próximas olimpiadas que se celebrarían en Helsinki, Finlandia, cuatro años más tarde… y lo logró.
Pero su relación con el entonces Presidente de la Nación, Juan Domingo Perón comienza antes de viaje a Finlandia. En el año 1951, Argentina tuvo el privilegio de albergar los primeros Juegos Panamericanos de la historia. Buenos Aires fue la ciudad elegida para este gran evento, que planeaba realizarse en 1942 pero debido a la Segunda Guerra Mundial tuvo que posponerse.
Para ello se construyó un Velódromo en la zona de Palermo, en Capital Federal. En su inauguración, Perón trajo a los campeones europeos y luego de una semana de competencia, el ganador fue el propio Oscar Pezoa.
“Una gran satisfacción de mi carrera fue cuando inauguraron el velódromo en Buenos Aires y el presidente Juan Domingo Perón trajo a todos los campeones europeos. Era una semana en la que se competía todas las noches y el único argentino que ganó fui yo y el entonces presidente me levantó la bicicleta para festejar mi triunfo”, cuenta el sanfrancisqueño que en ese momento tenía apenas 17 años recibiendo la copa de ganador en manos del propio Perón.
Después de esa competencia, Oscar Pezoa junto al equipo de ciclismo fueron invitados en dos oportunidades a la Quinta Presidencial de Olivos para cenar junto a Juan Domingo y su esposa Eva Duarte. Según lo que recuerda el sanfrancisqueño, era muy lindas camaraderías que se armaban, se alegraban mucho de sus visitas, se preocupaban por si necesitaban algo, pero básicamente con el que más dialogaban era con Oscar, que era el más joven del grupo y querían saber cómo se sentía. Además, recalcó cómo eran las personalidades de cada uno; según Oscar Juan Domingo era muy comunicativo y abierto, en cambio, de Evita dijo era más firme en su manera de hablar.
“Tuve la oportunidad de ir a comer dos veces a la Quinta Presidencial de Olivos con Juan Domingo y Eva Duarte, quienes se preocupaban por si me faltaba algo o si me daban de comer bien. También, recibí cartas de la presidencia, que todavía hoy las conservo, en las que me aconsejaba que siguiera con el ciclismo porque yo era una promesa”.
En los Panamericano, Pezoa tuvo su debut el 27 de febrero, cuando se disputó la prueba de ciclismo en ruta. La Avenida General Paz fue utilizada como pista, desde aproximadamente la rotonda de la Avenida Libertador, en Núñez, hasta el Puente La Noria, en Lomas de Zamora. Tras completar los 55 kilómetros y 800 metros quedó en el segundo puesto detrás de otro argentino, Muleiro. “Para mí uno de los logros más importante fue el segundo puesto en el Panamericano siendo el más joven con 17 años en el equipo argentino de ruta”, contó.
Pezoa, nacido el 2 de mayo de 1933, recuerda cuando Juan Domingo pasaba todas las mañanas por el circuito que estaba en Palermo, frenaba, saludaba, observaba unos minutos el entrenamiento y después se iba para Casa de Gobierno. Pero el recuerdo que más le perdura es sin dudas la carta que recibió un día del mes de febrero del año 1951 en su casa. Fue toda una sorpresa y una alegría enorme para él tener en sus manos algo escrito y firmado por el presidente de la nación.
Señor
OSCAR PEZOA
Presente
“Amigo deportista:
Como usted he sido joven y he sido deportista, por eso puedo escribirle como compañero y como argentino.
Defender los sagrados colores de nuestra bandera en una justa deportiva presupone el mismo honor y el mismo sacrificio que hacerlo en cualquier otra ocasión. A la Patria se la defiende de una sola manera; con toda el alma, con toda la vida.
Recuerde compañero que en esa defensa usted es la síntesis de todo un pueblo. Es la expresión del poderío físico y espiritual de ese pueblo y de su raza. En usted estarán puestos los ojos y el corazón de todos los argentinos y de usted depende su alegría, su satisfacción o su tristeza.
En los deportes, como en todas las cosas de la vida, se vence con la cabeza, se llega con el corazón y se llega más allá aún con la voluntad tenaz e inflexible de vencer. El cuerpo y su entrenamiento hacen el resto.
Recuerde también que con el prestigio argentino defendemos el honor común que es nuestro sagrado patrimonio. El nos obliga a vencer, pero a vencer bien. Un deportista que es capaz de vencer debe saber también perder. En ambos casos con honra.
Ponga su fe en el éxito; persevere en prepararse, llame hasta la última reserva de su voluntad para ponerla en la prueba y espere confiado en la suerte que le auguro y no ha de faltarle si se ha preparado bien física y espiritualmente para luchar.
Un gran abrazo”.
Juan Perón.