Nada es fácil en la vida, hay que lucharla para conseguir lo que uno se propone. Eso lo sabe muy bien José “Chinito” Acevedo que hoy es campeón argentino de la categoría ligeros en boxeo, pero para llegar a eso no la pasó bien; una infancia dura de la que no reniega ni mucho menos le da vergüenza y se la contó a DIARIOSPORTS.
Nació hace 23 años en Añatuya, provincia de Santiago del Estero: “Yo vivía en Bandera, pero mi mamá fue al hospital de Añatuya a tener el parto; una vez que nací viví hasta los cuatro años en Bandera y después como un nómade fuimos por distintos lugares hasta llegar a San Francisco cuando tenía cinco años. Tengo tres hermanas, una viviendo en Brasil y las otras dos acá en la ciudad. Mi viejo falleció hace tres años ya”, comenta.
Llegar a una ciudad sin conocer a nadie, sin trabajo, sin hogar y mucho menos ahorros parece imposible; la familia Acevedo no bajó los brazos y eso no le impidió ponerle el pecho a una situación adversa: “Llegamos a San Francisco sin nada, nosotros salíamos a pedir ayuda porque estábamos viviendo en un vagón. Éramos seis en la familia durmiendo ahí, en un colchón de dos plazas en pleno invierno, transpiraban por dentro del frío que hacía; hacíamos nuestras necesidades en un tacho. De a poco fuimos saliendo, siempre nos la rebuscamos para comer. También tuvimos unos problemas con la jueza de menores porque me veían juntando cartones en la calle, pero mi viejo no tenía la culpa, lo acompañábamos porque antes era así, era como un deber ayudar a los padres. Nunca me faltó nada, me lo dieron todo. Pasamos muchas cosas pero siempre se las rebuscaban para darnos lo que necesitábamos”, relató José con orgullo por haber encontrado la manera de salir a flote.
La sonrisa de la cara no se le borraba mientras detallaba por lo que tuvo que pasar; frenó dos segundos el habla y enseguida dijo: “Terminé el secundario de noche, pero lo terminé”, dejando en claro que los estudios y la pobreza extrema no son polos opuestos.
Encontró en el boxeo una forma de vida, su manera de vivir: “Yo arranqué a los 11 años en Setil, comencé porque quería defenderme en la calle, no era de pelear pero si de defenderme si hacía falta. Cuando mi viejo veía boxeo no podía creer que dos boludos se caguen a piñas y ahora soy yo uno de esos”, se ríe. “El boxeo te enseña una forma de vida, las primeras peleas me costaba mucho, pero ahora se me están dando las cosas como realmente quería, siempre me dije que para tener las cosas, ser alguien en esto hay que jugársela. Le quiero dar lo mejor a mi hija, por eso sé que nada es gratis”.
Ser Campeón Argentino te abre puertas; las cuales el “Chinito” y su grupo de trabajo deberán aprovechar en su momento, pero de allí a vivir con holgura desde lo económico hay un abismo de distancia: “La bolsa de la pelea no fue mucha, tengo muchos gastos y devolver lo que me prestaron. Por ejemplo el vendaje para la pelea sale como mil pesos, además me tengo que comprar nueces o la comida que tengo que comer para cuidarme. Me quedan chirolas, no es fácil, es sacrificado. Me dijeron que pelear acá en Argentina es para sobrevivir, que un poco de plata puede haber afuera y esa es mi idea. Quiero tener mis cosas, mi deseo es poder tener mi casa, mi auto, cosas para mi hija”.
Vivimos de sueños, queremos alcanzarlos, deseamos y trabajamos para que se hagan realidad. El “Chinito” en la charla entre mate y mate mueve su cabeza de manera pensante, busca cuales de todas esas cosas que soñó le gustaría cumplir primero: “Mi sueño es ir a pasear con mi vieja, conocer el mundo. Le digo a mi vieja que se cuide porque tiene problemas en los huesos, le dije que la iba a llevar a conocer el mar”… ¿Pero vos conocés el mar? le preguntamos, “Mar Chiquita” responde entre risas, a la vez que agregó: “No, no lo conozco”.
José “Chinito” Acevedo, de vivir en el tren a campeón argentino y esto recién comienza…