Fue una media hora de entrevista… es que el auditorio principal del Instituto Fasta comenzaba a llenarse con los estudiantes del Profesorado de Educación Física y entrenadores para nutrirse de la primera jornada de la clínica de natación dictada por Gustavo Roldán.
Gustavo, 51 años y más de la mitad de ese tiempo dedicado a la natación, es el actual entrenador en jefe de la Selección Argentina que viene cumpliendo un proceso sostenido y que ha mostrado grandes resultados en el último Panamericano de Lima.
Su visita a San Francisco llama la atención; es que solo brinda no más de tres clínicas al año y la agenda entre tantos viajes y entrenamientos en Buenos Aires lo hacen prácticamente imposible: “Tenía una visita que era una deuda pendiente, porque San Francisco es cuna de nadadores, hasta olímpico como lo fue Andrés González”, explica.
Formal en sus palabras, detallista en cada explicación; expone a flor de piel la pasión por su trabajo. Justamente la palabra “pasión” la utiliza en varios de sus argumentos para describir a los entrenadores de natación: “El entrenador Argentino está muy abierto a aprender y a los cambios, tiene la capacidad para la entrega al trabajo muy grande, eso junto a la pasión logra grandes resultados y eso en San Francisco con Aníbal Gaviglio se vio mucho”.
¿Son un poco locos? Se le pregunta… “Un entrenador de natación va a las 4:30 de la mañana a preparar todo, pinta la pileta para entrenar, no se va de vacaciones en verano para poder entrenar doble turno, se va fuera del país durante un largo tiempo para acompañar al deportista, trabaja cuatro años para bajar una centésima, su trabajo se va a ver reflejado en una centésima y por una centésima podés ser el éxito total o el desastre total… por eso muy cuerdo no son los entrenadores de natación, son apasionados”, recalca entre risas.
Se juega al fútbol, se juega al básquet, pero no se puede jugar a la natación… supo decir alguna vez Roldán. “Dije esa frase y la sigo sosteniendo, pero me faltó la parte que los chicos juegan compitiendo y la palabra competencia no es mala palabra, porque los chicos compiten constantemente. Desde quien salta más alto, a quien hace más goles en la plaza y muchos otros ejemplos. El chico nunca deja de jugar, es competitivo naturalmente. Por eso en natación el profesor debe saber orientar el entrenamiento dando una parte divertida, por eso es muy importante que la natación se desarrolle en equipo, la construcción del deportista tiene que ser dentro de un equipo, no individual”, subraya.
En San Francisco siempre fue una barrera llegar a una cierta edad y dejar la práctica de la natación. En este tema Aníbal Gaviglio destaca que nunca tuvo un competidor de 20 años, graficando la problemática que Roldán luego amplía: “Es un problema que no estamos ajenos, se sufre en todos los clubes a lo largo y a lo ancho del país. El tiempo de dedicación es muy alto, es un deporte que se entrena desde 4 a 8 horas diarias según la edad, es muy difícil acomodarla con una carrera universitaria; hay muchos chicos de mucho nivel que toman la decisión de inclinarse al estudio. No todos los autos de calle son para Fórmula Uno, en eso hay que ser muy crítico que es lo duro, pero hay que ver cuál es el real alcance de cada atleta y darle las herramientas necesarias para que sigan perfeccionándose”, concluye.